El ajedrez no tiene por qué ser serio y silencioso desde el primer día. De hecho, si quieres que tu hijo se enamore de este juego, lo mejor que puedes hacer es dejar que se divierta. El ajedrez también puede ser ruidoso, lleno de risas, historias de dragones y castillos, peones que sueñan con ser reyes y torres que hablan.
Aquí van algunas ideas para introducir a los niños en el ajedrez de forma lúdica y muy, muy divertida:
1. Cuenta cuentos con piezas
Antes de que aprendan a mover, dales vida. La torre es un castillo, el alfil un mago que se desliza en diagonal, la dama es la verdadera heroína del reino y el caballo… ¡es un unicornio saltarín! Así, los niños comienzan a sentir apego por las piezas.
2. Juega partidas «locas»
¿Por qué no empezar con solo 8 peones contra 8 peones? O una partida donde gana quien llegue primero a la última fila. Las reglas «serias» ya llegarán. Primero, que se rían.
3. Tableros gigantes o imanes en la nevera
Un tablero de suelo o piezas imantadas en la puerta del frigo. El ajedrez en casa no tiene que ser solo en la mesa. Si lo ven, lo tocan. Y si lo tocan, juegan.
4. Juegos de mesa inspirados en el ajedrez
Hay muchos juegos modernos que usan mecánicas de ajedrez pero sin necesidad de saber jugar bien. «No Stress Chess» o «Story Time Chess» son ejemplos (aunque en inglés). Son geniales para que el ajedrez entre por la puerta de la risa.
5. Torneos en pijama
Organiza pequeños torneos en casa con premios ridículos: una galleta, un baile tonto, elegir la cena. Lo importante es que jugar una partida sea sinónimo de pasar un buen rato.
6. Crea tu propio tablero
Haz un tablero de cartón y pinta las piezas con tus hijos. Si lo construyen ellos, lo valoran más. Además, es una excusa perfecta para hablar de cada pieza mientras la dibujan.
7. Usa apps divertidas
Hay aplicaciones y juegos online muy amigables para niños, con personajes y sonidos. Algunas recomendadas: «ChessKid», «Lichess modo niños» o «Learn Chess with Dr. Wolf».
Y sobre todo: no corras. El ajedrez no se aprende en un día, pero se ama en un momento. Si ese momento va acompañado de una risa, una historia y un peón con capa… mejor que mejor.